El ciclo de la violencia
El ciclo de la violencia hace referencia a un patrón recurrente de comportamiento abusivo dentro de relaciones íntimas, que incluye: el aumento de la tensión, la agresión y la etapa de reconciliación. Es un ciclo complejo y peligroso que suele comenzar con una acumulación lenta de tensión, seguida de un incidente abusivo y un periodo de calma, posiblemente incluso de reconciliación.
La violencia en la pareja rara vez ocurre una única vez. Tiende a repetirse y a empeorar con el paso del tiempo. Al inicio de una relación, la agresión física suele darse con menos frecuencia. El maltrato psicológico y el abuso emocional suelen estar más presentes.
A medida que la relación avanza, el nivel y la frecuencia de la violencia aumentan, en muchas ocasiones adoptando nuevas formas y convirtiéndose en un patrón. A este patrón se le conoce como ciclo. La violencia puede no llegar a ser física pero el ciclo puede estar presente a diario.
La violencia doméstica y de género es un patrón de comportamiento o acción dentro de una relación íntima en la que una persona intenta obtener y mantener poder y control sobre otra para dañar, intimidar, manipular o explotar a esta persona física, emocional o sexualmente.
La violencia doméstica y de género no es equiparable a una disputa entre dos partes que están tratando de resolver diferencias de opinión o conflictos o negociar decisiones.
Cuando la relación está en armonía, las personas se sienten queridas.
La víctima debe prestar atención a lo que hace o dice para que la persona agresora no se ponga nerviosa o se enfade. Intenta protegerse y mantener el control mientras que la pareja mantiene un comportamiento irritable.
Las estrategias de evitación o adaptación son variadas, pero no evitan el posterior estallido de violencia.
En un episodio de violencia, el objetivo de la persona agresora es dañar a la persona y obtener poder y control sobre ella.
Las personas sobrevivientes de violencia doméstica y de género tienden a experimentar una pérdida de control durante estos episodios de violencia.
Tras un episodio de violencia, la persona agresora actúa de diversas maneras. Tiende a minimizar y a ofrecer explicaciones sobre la violencia ejercida. Culpabiliza, por ejemplo, al consumo de alcohol o al estrés, en lugar de responsabilizarse de su propio comportamiento. Una gran cantidad de personas agresoras culpabilizan a la propia víctima de sus actos violentos. Esto crea un sentimiento de culpabilidad y de vergüenza en la víctima, minimizando ellas mismas la propia violencia.
Las personas agresoras son las únicas responsables de la violencia infligida.
La persona agresora se muestra arrepentida, se disculpa y promete que el incidente no volverá a suceder. En ocasiones en las que la víctima intenta alejarse, utiliza la manipulación y las falsas promesas para que vuelva y se reconcilien.
La víctima espera que todo cambie y comience la fase llamada <<luna de miel>>. Experimenta una sensación falsa de control de la situación y poder de decisión. En esta fase la persona agresora se muestra más cercana, atenta y entregada.
Se inicia un periodo de reconciliación. La persona agresora se muestra arrepentida con el fin de mantener la relación.
El ciclo de la violencia tiende a darse en este orden. Sin embargo, hay ocasiones en las que las disculpas, las promesas, la calma y la fase <<luna de miel>> no suceden. Es en estos casos en los que la víctima vive en constante temor a la violencia. En otras ocasiones, los primeros episodios de violencia ponen fin a la relación.
Este ciclo a menudo continúa a menos que se implementen intervenciones efectivas para romper el patrón. Comprender la dinámica del ciclo de la violencia es crucial para apoyar y empoderar a las personas sobrevivientes, así como para desarrollar estrategias efectivas para la prevención y la intervención.
Da el primer paso compartiendo tu situación con alguien de confianza
Hablar con una persona cercana sobre la situación de violencia suele ser de gran ayuda. Dentro de la relación es normal que haya también momentos sanos. Sin embargo, es importante recordar que la violencia nunca es parte de una relación saludable. No existe justificación de la violencia.
Si estás experimentando alguna de las fases del ciclo de la violencia, ponte en contacto con los servicios de apoyo llamando al 016, el número de Atención a la violencia de género.
Las personas agresoras también necesitan ayuda
La prevención de la violencia puede darse mediante apoyo profesional. Es posible que la persona agresora no tenga las herramientas ni el coraje para buscar ayuda. Debe reconocer que su comportamiento es perjudicial, comprender sus consecuencias y responsabilizarse de la violencia infligida. Todo ello, junto con la voluntad de cambio, puede llevar al fin de la violencia.