Violencia sexual y violación
La violencia sexual no siempre incluye coerción física y, a menudo, la coerción física está oculta. El acoso físico y/o verbal, los comentarios sexuales, el contacto no deseado, la coerción para ver pornografía o material sexual, el sexo violento, la violación y la coerción para tener relaciones sexuales son formas de violencia sexual.
Un uso distorsionado del poder puede llevar a una persona a someterse a tener relaciones sexuales con su pareja aunque no lo desee. Este también es el caso si aceptas tener relaciones sexuales para tener tranquilidad para ti o para tus hijos o para evitar la violencia.
Toda persona tiene derecho a rechazar el sexo, incluso en una relación de pareja o matrimonio, y tiene derecho a una relación segura e igualitaria en la que no haya necesidad de temer ni sentir dolor. Tener relaciones sexuales siempre debe basarse en la libre voluntad y el consentimiento. La violencia sexual está asociada a la violencia física y mental.
El Código Penal considera delito de agresión sexual agravado mantener relaciones sexuales con una persona que no haya alcanzado una determinada edad (por ejemplo, en España, menores de 16 años). La edad del consentimiento significa que las niñas y los niños menores de esa edad están protegidos por la ley en lo que respecta a su autodeterminación sexual. Esta protección también se extiende a los casos en los que el acto sexual no implica el uso de la fuerza o no está tipificado como otros delitos sexuales. La edad de consentimiento abarca una amplia gama de actividades sexuales, incluidas aquellas que podrían considerarse acoso sexual en diferentes circunstancias.
Cualquier persona, en cualquier lugar, puede convertirse en víctima de violación u otro tipo de violencia sexual, incluso en una relación de pareja o matrimonio.
La violación nunca es culpa de la víctima. Nada de lo que la víctima haya hecho o dicho da derecho a la otra persona a realizar un acto sexual o a intentarlo contra los deseos de la víctima. La violación y otros actos de violencia sexual o intentos de cometerlos no están bien, ni siquiera en una relación de pareja o matrimonio. Por ejemplo, forzar la penetración o el sexo oral, o introducir a la fuerza un dedo u otro objeto dentro de otra persona es violencia sexual.
La violencia sexual, física o verbal, está mal. La responsabilidad siempre recae en el agresor, no en la víctima. No hay justificación para la violencia sexual, es decir, no importa lo que lleve puesto la víctima. Los actos sexuales siempre requieren consentimiento mutuo sin presión